lunes, 27 de junio de 2016

Terrores nocturnos, de nuevo...



Hace más o menos un año, eran las 3 de la mañana. Desperté en la madrugada y en la esquina de la habitación, había una sombra, se parecía mucho a uno de mis amigos de Zacatecas, pero al enfocar la vista, uno de sus ojos parecía estar sumido en la cuenca, y estaba jorobado. Al  voltear la mirada a mi lado izquierdo, junto al closet, estaba una pequeña niña con rasgos orientales, un vestido blanco y cabello agarrado en una coleta. Me miraba con odio y no pude evitar sentir pánico, mientras intentaba moverme sin éxito, paralizado, comencé a hiperventilar deseando que todo fuera un mal sueño. El tipo que se encontraba en la esquina de la habitación comenzó a acercarse, podía ver entre sombras como movía sus brazos intentando tomarme de los pies, mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, por más que intentaba moverme, era imposible. La persona que dormía a mi lado, entre sueños se giró y tocandome el hombro con su brazo balbuceó: "ya, tranquilo". Lejos de tranquilizarme, eso me reiteró que no era un sueño, aunque de cierta forma ya lo sabía. El pánico y agitación aumentaron, cerré los ojos como si eso fuera a protegerme, y al abrirlos de nuevo, el hombre y la niña habían desaparecido y mi respiración se comenzaba a normalizar. Pero no podía evitar esa sensación de miedo al saber que los terrores nocturnos estaban de regreso. Ya habían pasado 5 años desde aquellos últimos días en 2010 donde prefería dormir de día y en casa de mi mamá, para no estar a merced de esos seres, esas sensaciones, esos entes, o lo que sea que se manifestaba cada noche, donde quiera que yo estaba.

Un par de meses después, dormía sólo, o eso pensaba, cuando al medio despertar vi a un hombre parado al lado de mi cama, de unos 50 y tantos años, con panza, canoso, con unos boxers flojos y una camiseta blanca de tirantes, parecía quejarse de alguien, repetía cosas como "ella me hace sentir mal, dice que no valgo nada" y otras cosas que no recuerdo claramente, su cabello era canoso. Yo no podía moverme y sólo quería levantarme y prender la luz para asegurarme de que fuera un producto de mi imaginación, pero era imposible.  Aunque el hombre estaba al lado de mi cama, no miraba en mi dirección, estaba volteando hacia la puerta. Yo quería levantarme pero al mismo tiempo tenía mucho miedo de captar su atención, igual no podía moverme, me sentía paralizado. Mientras escribo esto en mi habitación me llegan escalofríos. Se me ocurrió que tal vez podía cerrar los ojos de nuevo para que al abrirlos se haya ido. Así lo hice, cerré los ojos. Yo estaba acostado boca arriba, más o menos en posición diagonal, al cerrar los ojos, mi pánico fue mayor, pues sentí como alguien tomaba mi cabeza con ambas manos y la sacudía violentamente, como si quisiera hacerme reaccionar, por reflejo abrí los ojos y no ví a nadie, mi respiración era muy agitada y podía escuchar palpitar mi corazón retumbando en toda la habitación.


Semanas después, terminaba de estudiar de madrugada, me fui a dormir y al poco tiempo soñaba, en el sueño me encontraba en una cueva enorme y por alguna razón buscaba a unos niños, que yo sabía habían sido abducidos por extraterrestres, en la cueva se escuchaban goteras, ruidos de animales, y una especie de ventilador enorme, pero no podía ver gran cosa. De repente desperté en mi habitación, con los pies hacia la ventana, y sentí terror al ver a una figura tal cuál describen en películas y documentales, una persona pequeña con cabeza enorme y ovalada. Era sólo una sombra, frente a mí, de nuevo el miedo me tenía paralizado, logré para mi sorpresa, incorporarme y gritar (al menos yo sentía que estaba gritando) el nombre de mi roomie, con la esperanza de que me oyera en su habitación; para mi sorpresa, no desapareció la sombra, si no que ahora podía ver sus manos levantadas, no como si fuera a atacarme, si no como si me estuviera haciendo ademanes para que me tranquilizara. Volví a recostarme aterrorizado y cerré los ojos hasta que logré tranquilizarme y volver a dormir.

Otro episodio sucedió hace no mucho, en abril pasado, mi amiga Aymé se encontraba de visita, no dudé en advertirle que algo así podía suceder, aunque ella ya estaba al tanto. Como es la costumbre dormíamos en mi cama (una king size) y estando yo volteando de lado, desperté de madrugada, me dí cuenta que de nuevo no podía moverme, la desesperación me hacía tratar de mover las manos, con los ojos entre cerrados pude ver una especie de humo negro que salía de debajo de la cama, una estela de él se fue directo a mis manos, que se encontraban juntas, como si las atara. Otra parte del humo giraba en espiral y me cubría completo. Mis piernas estaban paralizadas y al mismo tiempo se sentían adormecidas, al entrar en pánico y no saber qué hacer, comencé a tratar de mecerme de un lado a otro, sin éxito; en mi desesperado razonamiento creí que al mecerme podía despertar a Aymé para que hiciera algo por ayudarme. Intenté al mismo tiempo gritar su nombre, sólamente me escuchaba a mí mismo balbucear a pesar del esfuerzo, sin embargo tuve éxito. Sentí a mis espaldas como Aymé despertaba y se incorporaba, me sacudió y me dijo: "qué tienes?"
Después de sentir que me sacudía, logré hablar, le dije: "hay algo debajo de mi cama, justo aquí", yo estaba todavía temblando un poco, ella se levantó y prendió la luz, se asomó debajo de la cama. No había nada. Le dije que últimamente me estaba pasando mucho de nuevo y que probablemente ya se había ido. Apagó la luz y volvimos a dormir.

Es la 1:38 am, y es la primera vez en varias semanas que no estoy muerto de cansancio, al menos no tanto como para no reparar en esa sensación de que algo así podría ocurrir de nuevo, como todas esas veces en las que he creído que estoy durmiendo sólo, cuando no es así. Es hora de apagar la luz, aunque a veces no quiero.

Dec